Nawashi Love

“Shibari es el arte japonés de la atadura erótica. Proviene de métodos de aprisionamiento, transporte y tortura de prisioneros, usados antiguamente en Japón por los Samurái. Actualmente matiza la comunicación con la dominación y sumisión. Esta práctica consiste en atar a una persona, usando una complicada y precisa técnica con la finalidad de dominar y limitar movimientos mientras se establece un contacto íntimo entre las dos partes”.

Las imágenes de Cristias fungen como una grieta por la que se escurren dolores y placeres que dejan entrever canales subrepticios que nos componen: Multiplicidad de filias, fobias, fetiches, fijaciones y fascinaciones que hablan del secreto de uno y es por uno que esos otros revelan en el acto fotográfico aquello que tornan un modo de vida. Su secreto, el mío y el tuyo.

La Norma no perdona, todo aquello que escape de las huestes de lo “normal” será sancionado y marginado. La fotografía combate esa estrechez, esa mezquindad de pensar que lo que excita a muchos debería ser, exclusivamente y bajo pena de exclusión, lo que excite a todos.

La imagen del maestro dominante, la del sumiso entre cuerdas y nudos, la de la entrega mutua en suspensión o atadura, básicamente dar y darse, no por patologías clínicas, sino por conciencia de uno mismo. Nos dice con claridad que bajo ciertas circunstancias la representación del dolor es un estimulante poderoso, quizá el más fuerte para generar una emoción y a partir de ello una forma de vida. Guardamos el secreto de lo que somos porque aprendimos que los estímulos inusuales deben ser ocultos, pero estas imágenes creen en lo contrario: La imagen es el secreto revelado, el suyo y el mío y por reflejo y mímesis, el tuyo también.