No hay nada como la emoción de tener una nueva idea para una novela.
Tampoco hay nada tan terrible como darse contra un muro y... preguntarse si uno tiene lo que hay que tener para terminar esa novela.
Hace poco hablé con un escritor que me dijo que tenía problemas para terminarla porque era incapaz de dar el salto y comprometerse con el tiempo necesario para terminarla.
"Me encuentro dándole vueltas a la historia, pensando en los personajes y preguntándome qué ocurrirá a continuación", dice. "Pero rara vez me tomo el tiempo de sentarme y plasmar algunos de esos pensamientos en palabras reales".
Es cierto, los libros requieren algo más que inspiración, grandes ideas y una escritura maravillosa: compromiso. Y eso significa que algunos días te sentirás a duras penas o directamente atascado (y desdichado).
Escribir una novela se ha comparado con meses de embarazo, correr una maratón, escalar una montaña o incluso ir a la guerra. Y puede parecer todo eso a la vez.
Por eso, una tarea crucial para terminar un libro es creer que el propio acto de terminar es mágico en sí mismo, porque la resistencia que se necesita para terminar una novela es la misma que se necesita para que una novela sea buena.
"No importa lo despacio que vayas mientras no te detengas", dijo Confucio, que tenía que estar hablando de escribir novelas.
Sin embargo, es difícil seguir avanzando. La lentitud del progreso diario puede desgastar el chispeante entusiasmo que alimenta las primeras etapas creativas, y el día a día suele agotar la capacidad de atención de los escritores.
Es fundamental recordar que el entrenamiento para un maratón no consiste sólo en la preparación física, sino también en preparar la mente para correr durante tanto tiempo. Aquí es donde la metáfora del embarazo no se aplica necesariamente: Algunas novelas duran nueve meses, pero otras pueden durar nueve años.
Para Junot Díaz, escribir La breve y maravillosa vida de Óscar Wao fue cualquier cosa menos breve: Le llevó diez años. J.R.R. Tolkien trabajó 12 años en El Señor de los Anillos, al igual que Victor Hugo en Los Miserables.
Es lógico, dirás tú, todos son grandes libros. Pero “El guardián entre el centeno” también llevó 10 años. Hay que preparar la mente para la rutina, independientemente de la longitud o la ambición de la novela.